La emergencia del COVID-19 ha favorecido una mayor difusión de términos relacionados con el saneamiento ambiental, determinando efectivamente el uso de unas terminologías en el léxico cotidiano -pensemos, trivialmente, en “desinfección” o “sanitización”, no siempre pertinentes.
La legislación de referencia nacional y europea ayuda a clarificar las definiciones y los diferentes tipos de intervención: de esta forma, se orientará al consumidor hacia el producto o tratamiento más adecuado a sus necesidades específicas.
¿Cuáles son las palabras clave de desinfección?
Recientemente, la propagación del virus Sars-Cov-2 ha hecho que términos como desinfección, esterilización ambiental, desinfección y saneamiento se hayan vuelto de uso cotidiano y común, incluso entre los no expertos. Por lo tanto, parecería que, junto con su uso, también ha crecido la conciencia de su significado, pero en realidad, a menudo sucede lo contrario. De hecho, el consumidor no siempre está adecuadamente informado sobre el tratamiento que está aplicando. En este artículo intentaremos aclarar qué significan los términos desinfectar, esterilizar y limpiar para ayudar a nuestros lectores a elegir los productos más adecuados para cada situación.
Para empezar, aclaremos las definiciones.
Según el D. M. 7 de julio de 1997, n. 274 del Ministerio de Industria y Comercio, informado en el Informe COVID-19 n. 25/2020 y promulgada por el Instituto Superior de Salud, cuando hablamos de higienización entendemos “el conjunto de procedimientos y operaciones encaminados a salubrizar determinados ambientes mediante la actividad de limpieza y/o desinfección y/o desinfestación” y manteniendo el microclima en términos de aspectos como la temperatura, la humedad y el intercambio de aire.
No se confunda desinfección con higienización: un término inglés de uso reciente, que a veces se encuentra en las etiquetas de los productos, que en su forma original se usa como sinónimo de desinfección. Este último, en cambio, define más específicamente “el conjunto de procedimientos y operaciones encaminadas a reducir la carga microbiana de un ambiente, superficie, herramienta, etc.”, que deben realizarse utilizando productos desinfectantes autorizados por el Ministerio de Sanidad. Estos productos deben tener en la etiqueta el número de registro/autorización obtenida en función de evidencia científica y pruebas específicas de eficacia.
La esterilización, en medicina, biología y en la industria alimentaria y farmacéutica, es un proceso físico o químico que conduce a la destrucción selectiva de todas las formas microbianas vivas, tanto en forma vegetativa como de esporas. Se puede realizar sobre objetos o sustancias de varios tipos.
Finalmente, la higienización ambiental es el equivalente a la limpieza y “consiste en la remoción y remoción de la suciedad y de los microorganismos presentes en ella, con la consiguiente reducción de la carga microbiana”.
Por consiguiente, es importante no confundir el producto de limpieza (o higienizante) y el desinfectante, ya que mientras el primero tiene como único objetivo eliminar la suciedad y las eventuales incrustaciones, el segundo elimina microorganismos como bacterias, hongos, virus.
Sin embargo, esto no significa que el saneamiento sea menos importante que otros procedimientos: el saneamiento es, en cualquier caso, una intervención obligatoria antes de la desinfección y esterilización, porque la suciedad puede reducir la actividad de los desinfectantes.
Desinfectantes y esterilizadores contra microorganismos patógenos
Habiendo aclarado las diferencias terminológicas entre las actividades de higienización, veamos cómo se llevan a cabo, centrándonos en particular en los productos que se utilizarán para obtener los tres diferentes resultados: desinfectar, esterilizar y limpiar.
El desinfectante destruye la mayoría de los microorganismos patógenos (como bacterias, hongos, virus) por medios físicos o químicos. Este tipo de productos se enmarcan en procesos regulatorios separados: el de Dispositivos Médico-Quirúrgicos (PMC), el de biocidas y el de dispositivos médicos.
Los principales tipos de desinfectantes se basan en:
- alcohol etílico;
- hipoclorito de sodio, también conocido como lejía, cloro o lejía líquida;
- peróxido de hidrógeno, también conocido como peróxido de hidrógeno;
- compuestos de amonio cuaternario (QUAT), por ejemplo, cloruro de didecil dimetil amonio – DDAC, cloruro de alquil dimetilbencilamonio, ADBAC.
Los factores que influyen en la acción de los desinfectantes pueden ser internos al producto, como la concentración, la estabilidad de la preparación y el tiempo de contacto; o externas, como por ejemplo la temperatura, el pH y otras características del material a tratar o, de nuevo, las características y extensión de la flora microbiana.
Los productos comerciales también vienen acompañados de desinfectantes con los llamados sistemas de “generación in situ” del principio activo.
Uno de los principios activos así generados está representado por el cloro activo, que se obtiene por electrólisis a partir del cloruro de sodio, cuyo efecto “biocida” se debe al equilibrio entre el ácido hipocloroso, el cloro gaseoso y el hipoclorito de sodio, en concentraciones que varían en función de pH y temperatura. Al igual que el cloro activo, el ozono, obtenido a partir del oxígeno, está siendo evaluado como biocida.
Otro sistema está representado por el tratamiento con rayos UV de baja longitud de onda (220 nm) y con la vaporización/aerosolización de peróxido de hidrógeno.
La desinfección no garantiza el grado de seguridad asociado a los procesos de esterilización. De hecho, el producto esterilizante realiza una acción más poderosa que el desinfectante, visando la destrucción total de los microorganismos, incluyendo un número importante de esporas bacterianas resistentes.
Los esterilizantes también pueden actuar por medios físicos (filtración, calor, radiación) o químicos.
Un ejemplo de esterilizante químico líquido es el producto a base de óxido de etileno, utilizado sobre todo para esterilizar instrumental quirúrgico, quirófanos y envases de medicamentos y/o alimentos.
¿Son los mismos limpiadores y desinfectantes?
Finalmente, llegamos al producto de limpieza. El Centro Nacional de Sustancias Químicas de la ISS define detergente como “cualquier sustancia o mezcla que contenga jabones y/u otros tensioactivos, destinados a actividades de lavado y limpieza”. En el contexto de la higienización de ambientes, este tipo de producto incluye, por tanto, preparados destinados a la limpieza general del hogar y/u otros productos de limpieza de superficies.
Los tensioactivos (o sustancias complementarias) presentes en estos productos se denominan así porque actúan disminuyendo las fuerzas que mantienen “unida” la suciedad (tensiones superficiales), aumentando en cambio las de atracción entre la suciedad y el baño de lavado al que están sometidas.
Los detergentes se dividen en jabones (tensioactivos naturales) y detergentes sintéticos (tensioactivos sintéticos).
Los detergentes y desinfectantes también se diferencian porque, mientras los detergentes están disponibles para la venta libremente, los desinfectantes están sujetos a un procedimiento de autorización armonizado a nivel nacional y europeo para su comercialización, la protección de la salud humana y animal y del medio ambiente.
En cambio, las principales normas relativas a la producción y el uso de detergentes están contenidas en el Reglamento (CE) n.º 648/2004 del Parlamento Europeo y tienen como objetivo garantizar la biodegradabilidad total de todos los tensioactivos utilizados, definir los datos en la etiqueta para informar al consumidor y definir la información que los productores deben poner a disposición de las autoridades competentes, el personal médico y los Estados miembros.
Para promover la difusión de una correcta cultura de higienización, por la salud y seguridad de todos es fundamental conocer y poder transmitir las especificidades de los tratamientos y productos al consumidor.
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Desinfección en AMIL Care
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